A lo largo de la literatura encontramos opiniones contrarias en relación a los trastornos de conducta y adaptación social que aparecen en algunos niños con altas capacidades. Sin embargo, parece claro que la combinación de algunas características de este grupo de alumnos podrían favorecer la aparición de dificultades sociales y emocionales, como por ejemplo:
1- Disincronía interna: Desajuste entre el nivel intelectual del niño y sus habilidades motoras finas o de madurez emocional.
2- Organización y planificación excesiva del entorno: llega a constituir una actividad dominante y frente a sus compañeros puede acarrear tensiones y rechazo por parte de éstos.
3- Perfeccionismo extremo:  puede generar situaciones conflictivas y aumentar los niveles de estrés.
4- Conducta evasiva: en ocasiones prefieren no tomar decisiones y eluden los riesgos que conllevan diversas acciones desembocando en un rendimiento bajo.
5- Excesiva autocrítica: puede ser la base de procesos como la depresión o trastornos ansiosos.
6- “Sobrexcitabilidad”: basándonos en la Teoría de las Sobrexcitabilidades de Kazimierz Dabrowski, la intensidad, sensibilidad o sobreexcitabilidad en determinadas áreas como la emocional, sensorial o psicomotriz que pueden presentar algunos superdotados, pueden ser a su vez factores positivos o de riesgo en el desarrollo.

Signos de Alarma: el bajo rendimiento académico puede ser el síntoma inicial de un trastorno del estado de ánimo (depresión, depresión… etc).

En estos Trastornos vuelve a jugar un papel determinante la existencia de una posible “Sobrexcitabilidad emocional”, que se manifiesta en la intensidad con la que viven las cosas, la presencia de sentimientos extremos, emociones complejas,o incluso vivir personalmente los sentimientos de los demás. Ademas puede llevarles a establecer fuertes vínculos emocionales con personas, lugares o incluso cosas que para el resto serían incomprensibles. Su compasión y preocupación por los demás, su concentración en las relaciones, y la intensidad de sus sentimientos pueden interferir en las tareas cotidianas como los deberes escolares o incluso desencadenar de una manera negativa sintomatología física “funcional” como cefalea, dolores abdominales recurrentes y finalmente sintomatología depresiva, ansiedad…etc.
Debemos tener en cuenta que en la infancia, la sintomatología depresiva puede no manifestarse por los síntomas “clásicos”, sino en forma de irritabilidad inexplicable, patología funcional, pérdida o aumento de apetito, trastornos del sueño (insomnio o hipersomnia), baja autoestima, dificultades para la atención-concentración, sentimientos de desesperanza o sensación de falta de cariño familiar.
Resulta útil invitar a nuestros pacientes a describir su situación emocional, expresar libremente sus sentimientos a través de la redacción libre de una carta o un dibujo. Es posible a que a través del papel se muestren realmente como son y como se sienten. Esto es lo que le sucedió a una niña de 11 años que se describe como “como una niña creativa, tolerante, sensible, honesta, inteligente, educada, soñadora y habilidosa, pero a la vez rabiosa y aguafiestas”. Esta niña con altas capacidades tenía dificultades de aprendizaje y graves problemas emocionales. Se sentía como “un bicho raro, siniestra y poco dulce. Incapaz de expresar mis sentimientos delante de un ser vivo…Cuando me regañan o me desprecian siento que soy un tumor para la sociedad y un cero a la izquierda. Quiero ser yo, pero tengo miedo”.

Esta desgarradora carta nos viene a confirmar el riesgo de estos niños. Sus profundas emociones y sentimientos dirigen sus vidas y su comportamiento. Es evidente que si la situación emocional del niño no es la adecuada, su capacidad de aprendizaje bajará al no poder fijar adecuadamente su atención en el área intelectual.
También es posible encontrar en los niños superdotados sintomatología ansiosa expresada en forma de inquietud, impaciencia, irritabilidad, alteraciones del sueño o también con dificultades capa mantener la concentración y rendir adecuadamente en el colegio. En algunos casos pueden aparecer pensamientos o comportamientos obsesivo-compulsivos o ansiedad generalizada.
Toda esta sintomatología ansioso-depresiva puede provocar un deterioro significativo a nivel social, familiar o académico y confundirse con otros trastornos del neurodesarrollo como un TDAH. Por ello, como hemos insistido una y otra vez a lo largo del manual, es imprescindible valorar de forma completa a todos los niños con dificultades es su desarrollo o en el aprendizaje, para poder hacer una aproximación diagnostica adecuada que permita plantear la mejor intervención posible.
Nosotros recomendamos prestar una atención especial a aquellos niños que presenten “Sobrexcitabilidad emocional” e intervenir de forma precoz para evitar la aparición de estos trastornos psiquiátricos. Debemos aceptar sus sentimientos independientemente de su intensidad y aunque los consideremos desproporcionados. Ayudaremos a los niños a canalizar y entender sus emociones, aceptar su intensidad y resolver cualquier problema que le puedan generar. Los guiaremos para que aprendan a encontrar el limite tras el cual su hipersensibilidad o autoexigencia pueda llevarlos a somatizar en forma de sintomatología física. Debemos explicarles los signos físicos precoces (taquicardia, sudoración, inquietud, cefalea, dolor abdominal…etc) que permiten identificar una perdida de control emocional y a actuar de forma temprana.

Los trastornos del estado de ánimo no son los únicos trastornos psiquiátricos que pueden condicionar un bajo rendimiento en los niños con altas capacidades. También es relativamente frecuente como causa de fracaso escolar, la presencia de trastornos de tipo externalizantes como el Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD) o el Trastorno Disocial (TD). Estos trastornos son más frecuentes en los niños que presentan “Sobrexcitabilidad psicomotriz” manifestada en forma de actividad física intensa, hiperactividad, discurso rápido…etc. Estos niños pueden hablar compulsivamente, actuar de forma impulsiva y poco reflexiva o excesivamente competitiva que puede abrumar a los que le rodean. En ocasiones pueden mostrarse como niños que plantean conflictos con la autoridad, tanto padres como profesores, con una actitud negativa, impulsiva y desafiante que les lleva a tener además de dificultades académicas, problemas a nivel social y familiar.
Una vez más, esta conducta puede llevarnos a hacer un diagnostico erróneo de TDAH.
Debemos intervenir de forma precoz para evitar que aparezca un TOD o TD. Debemos darles tiempo para expresar toda su energía en forma de actividad física o verbal, antes, durante y después de actividades contidianas, incluido durante el horario escolar. Intentaremos integrar al grupo en proyectos o actividades divertidos, creativos y beneficiosos para todos. Daremos el tiempo suficiente para que expresen su creatividad o espontaneidad y fomentaremos actividades al aire libre, siempre dentro de unas rutinas bien establecidas.

La prevención de los problemas emocionales debe realizarse desde un marco multidisciplinar en el que participen todos los profesionales implicados en la educación de los niños y sus familiares.

  1. Los padres: tiene un papel primordial en la prevención puesto que pueden contrarrestar las experiencias escolares desagradables tanto a nivel académico como social, estimular sus áreas de interés, enriquecer el curriculum y dar el soporte emocional adecuado para mantener el equilibrio en todos los ámbitos de desarrollo del niño.
  2. Profesores y demás profesionales del ámbito educativo: deben recibir la formación necesaria por parte de las instituciones competentes que les permita la identificación precoz y el manejo adecuado de estos niños. Debería plantearse la posibilidad de una educación dinámica, flexible e individualizada, que permita el desarrollo del niño tal y como es. El objetivo ideal sería guiar al alumno hasta el desarrollo de todo su potencial.
  3. Médicos: debemos evitar errores diagnósticos y confundir algunas características propias de las altas capacidades con trastornos del neurodesarrollo. Para ello, debemos conocer los signos de alerta, su perfil neuropsicológicos y las particularidades emocionales de estos niños. Una vez identificados, nuestra misión debe ser orientar a las familias sobre los recursos disponibles, las asociaciones existentes e identificar de forma precoz la aparición de posibles trastornos médicos que precisen tratamiento.

Bibliografía

  • García Yagüe, J. (1986). El niño bien dotado y sus problemas. Madrid: CEPE.
  • ALONSO, J.A., BENITO, Y. (1996). Superdotados: Adaptación escolar y social en Secundaria. Narcea. Madrid.
  • Romagosa M. Las necesidades emocionales en los niños con altas capacidades. Ediciones Aljibe 2013. Málaga.